Antología. Juana Inés de la Cruz

martes, 4 de diciembre de 2018

Lenguas de marabú. Poesía cubana del siglo XXI

Lenguas de marabú. Poesía cubana del siglo XXI. Edición de Verónica Aranda. Polibea. Madrid. 265 páginas. 2018. 10 euros.


La poesía cubana está de moda en nuestro país. Si en 2015 salía de la imprenta de Hypermedia Ediciones la antología The cuban team. Los once poetas cubanos, preparada por uno de ellos: Óscar Cruz; este año ha visto la luz en Madrid el libro Lenguas de marabú. Poesía cubana del siglo XXI, realizada por la poeta española Verónica Aranda, auténtico puente cultural entre ambas orillas del Atlántico. Ambas compilaciones se complementan. La primera recoge autores nacidos a partir de 1950, desde Soleida Ríos hasta Legna Rodríguez (que acaba de publicar en Alfaguara la novela Mi novia preferida fue un bulldog francés). En el prólogo, Cruz se refiere a su once titular como “una coalición contra la abulia y el gran aburrimiento, contra las formas precocidas de representación”. La segunda se centra en los autores más jóvenes, aquellos que comenzaron a publicar con el nuevo milenio. Coinciden, pues, tan sólo en dos poetas: Jamila Medina Ríos (quien ha publicado recientemente en la capital su poemario Anémona –Polibea, 2016–) y la ya mencionada Legna Rodríguez. Aranda, por su parte, nos describe a sus veinticuatro seleccionados como un grupo de “cierta dureza”, independiente y heterodoxo. Unos y otros se caracterizan por unos rasgos comunes: experimentación formal (gusto por la fragmentación, la prosa poética, el versículo, la acumulación neobarroca de imágenes) y apertura temática (erotismo, feminismo, metalenguaje, culturalismo). Lenguas de marabú traza “una pequeña cartografía que da cuenta de la amplitud y variedad de propuestas estéticas” vigentes tanto en la isla como en la diáspora. Sobresalen los versos de Luis Yuseff, en diálogo con la tradición poética de la vieja Europa (Celan, Hölderlin, Ovidio); la desazón de Leymen Pérez: “Cuba, soleada cáscara./ En una semilla rompiéndose/ por dentro, vivimos”, “Todos los silencios caben en una piedra”; la reflexión metaliteraria de Michel Trujillo: “La familiaridad está a dos pasos del olvido/ cuando cesa el lenguaje para tratar las cosas”; el recuerdo nostálgico de un emigrante, Yosie Crespo: “yo sólo he sido culpable de perderme en el tiempo/ cuando me adentro en tus calles que recorro/ desde la memoria/ para que así no desaparezcas”; la fuerza viva de un poeta tremendo, Idiel García: “tengo que ser más fuerte/ que los lejanos héroes griegos/ para no correr a la embajada […] porque más importante que la huida/ es encontrarnos las luces interiores/ para poder estar en paz con uno mismo” (todos sus poemas antologados son magníficos); el torrente imaginativo de una autora imprescindible: Jamila Medina; 
Jamila Medina
el costumbrismo crítico de Anisley Miraz: “Yo sólo he intentado con esfuerzo/ el acto de andar sobre las piedras,/ inventándome plazas sin inspectores ni tur-guías,/ ni forasteros buscando culos jóvenes y negros”, su reivindicación feminista en el espléndido Cuando me contemplo en los espejos…; el vitalismo de Margarita Blanco; la perfección técnica de Legna Rodríguez, de sonetos sarcásticos; o la elegía moral de Sergio García Zamora (reciente ganador del Premio Internacional Gabriel Celaya, con Diario del buen recluso). Todos ellos escriben una obra alejada del “rastro de jalea”, de los “cristales de azúcar”,  de las “cisternas llenas de jarabe” y de los “poemas empalagosos” que critica en la lírica última mundial el poeta rumano Matei Visniec (En la mesa con Marx, La Garúa, 2017). Este elenco de autores cubanos comparte el ideario de León Felipe, y como él bien podrían decir: “Yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie”. En un contexto de cambio socio-político en la isla caribeña, y de reivindicaciones globales (visibilización LGTBI, empoderamiento de las mujeres…), estos jóvenes vates avivan la llamarada que el zamorano encendió en 1942 con Ganarás la luz: “La poesía de esta hora no ha de ser música, ni medida, sino fuego”. Así pues, que arda.   


Esta reseña ha sido publicada por la revista Oculta Lit.

 

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