Antología. Juana Inés de la Cruz

domingo, 22 de mayo de 2016

Imperio Gay



 
El arzobispo de Valencia declaró hace unos días que los homosexuales constituimos un “Imperio” contra la familia. Supongo que se referirá a un imperio maléfico, a una suerte de organización guiada por fuerzas oscuras para abolir la paz de la galaxia. Lo cierto es que, sin nosotros, la demografía de este país sería aún más penosa de lo que es. Nosotros, precisamente, traemos hijos al mundo para que la humanidad no se extinga. Creamos familias sólidas, basadas en el amor, la confianza y la comunicación, para dar un poco de coherencia a una sociedad que se está desmoronando por culpa de varias crisis solapadas (energética, económica). Quien ataca a la familia es el sistema, quien socava las reaciones filiales es un gobierno que abarata el despido, que recorta en Educación, en Sanidad y en Dependencia, que se gasta el dinero de las pensiones en devolver a Europa el dineral que nos prestó para rescatar a la banca (banca hundida por ellos, por su mala gestión, por sus despilfarros). Pero las palabras de Cañizares, además de manipuladoras, falaces y ridículas, suponen varios delitos tipificados en nuestro Código Penal: un delito de injurias contra (nuestro) honor, y un delito de incitación al odio. No deja de ser llamativo que sea un arzobispo católico el que arengue desde el púlpito contra una porción importante de la ciudadanía, el que inocule veneno en las conciencias de la gente para dividir al pueblo, el que irradie rabia, inquina, ira y aversión hacia otros seres humanos: sus vecinos, sus familiares, sus compatriotras. Las palabras de este pobre hombre frustrado deberán ser valoradas por el gobierno que salga de las próximas elecciones a fin de eliminar todo tipo de patrocinio económico institucional a la Iglesia católica. Un Estado moderno no puede financiar terroristas verbales. El odio homofóbico del arzobispo no es inicuo. Sus despotricaciones avalan las agresiones físicas que los homosexuales venimos padeciendo en los últimos meses. Ahora mismo, las fuerzas y cuerpos de seguridad deberían tenerlo en prisión. La fiscalía del Estado debería acusarlo de enaltecimiento del terrorismo. Su odio cobra cuerpo en los descerebrados que atacan a los homosexuales, se cobra víctimas entre hombres inocentes; sus palabras tienen como objeto movilizar a la ciudadanía en contra sí misma (de hermanos y convecinos). ¿No es eso terrorismo? Cañizares es un aspersor de rabia, si bien son otros los que la canalizan y ejecutan. Ayer la delegación del gobierno permitió una manifestación nazi en Madrid. Por lo visto, ni los líderes religiosos ni los políticos tienen valores morales en esta nación. En las urnas podremos revertir este absurdo en que España se está conviertiendo. En las urnas y en los paritorios. Por suerte, los homosexuales estamos trayendo al mundo hijos a los que educamos en la convivencia, la solidaridad, el respeto, la dignidad o la justicia. ¿Será que Cañizares tiene miedo al advenimiento del mundo por el que dio la vida el rebelde, subversivo y perseguido de Cristo?     
             


3 comentarios:

  1. Bravo Ariadna, un análisis muy lúcido de lo que está ocurriendo.

    Ahora me viene a la mente la frase de Antonio Gramsci: "El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos".

    Un saludo

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  2. el obispo Cañizares , gracias a Dios , tiene boca , quien tiene boca se equivoca . No tomarlo como algo personal , otro obispo falto al respeto al os matrimonios la comosi tener hijos fuera propio de una clase inferior ... se lo comieron vivo

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