Antología. Juana Inés de la Cruz

lunes, 22 de julio de 2013

Un futuro sin más


 
Antonio Turiel es científico del CSIC. Desde hace unos años, además, mantiene un blog (The oil crash) con que pretende concienciar a la ciudadanía de la necesidad de cambiar de modelo económico. De lo contrario, nos vamos al abismo. El crecimiento ilimitado es imposible, porque los recursos del planeta no lo son y se están agotando. La crisis energética, debido a la superación del pico de extracción de petróleo y al fin de la era del zumo de dinosaurio (Emilio Bueso, dixit) abundante y barato, nos obliga a un replanteamiento colectivo de nuestro modo de vida actual. No hay energía para todos. Así de simple. Para que una parte de la sociedad mantenga su ritmo de consumo se necesita que buena parte de la gente renuncia a él. Ya sabéis porqué tenemos seis millones de parados. Y si no hacemos algo, ese número se multiplicará. En un nuevo intento de alertar a sus contemporáneos, Antonio Turiel ha introducido una nueva estrategia, y ahora suma a su exitoso cuaderno de bitácora la literatura distópica.

Un futuro sin más (Amazon, 2013) se suma a otras novelas de anticipación publicadas en el último año (Cenital, de Emilio Bueso; 2020, de Javier Moreno; Últimos días en el puesto del Este, de Cristina Fallarás...). La diferencia estriba en el vaticinio histórico por el que se decanta Turiel y en la importancia argumental que tiene la ciencia. Si Emilio Bueso nutre a Cenital de citas extraídas de libros o de ensayos de divulgación de la crisis energética, Turiel incorpora al suyo a un elenco de científicos cuya misión –en principio– consiste en preservar su propia vida, aunque después tendrán en sus manos el destino de Europa.

Jan Palermo es un profesor universitario que dirige un centro de investigación ambiental. Perseguido en su país –acusado de enriquecerse a costa del cambio climático y de conspirar contra la ciudadanía ocultando la existencia de fuentes de energía infinita–, decide refugiarse en la República, a donde arrastra consigo a un estudiante de doctorado: David Ros. Atrás dejan una nación desindustrializada, oscura, inactiva e inmersa en una dictadura. Pero la crisis energética ya ha hecho estragos también en el estado vecino, que resuelve ejecutarlos. En su alegato de defensa, Palermo pide disculpas a los ciudadanos en nombre de la comunidad investigadora por “dejarles creer que la ciencia no tenía límites”. No le vale de nada. Tan sólo un pacto con el Fiscal General para buscar una fuente de energía salvará su cabeza. Lo que le ofrece, sin embargo, no es una solución a largo plazo, puesto que no es posible; sino a corto. Gracias al magnesio, proveerá a la capital de energía por un plazo de veinte años. David Ros asumirá el control de las instalaciones y plantas de explotación, mientras Palermo quedará relegado a funciones de asesoría técnica. Las presiones del gobierno para que la industria recupere su lejano esplendor agotan el suministro energético antes de lo previsto, lo que obliga a David –que no quiere perder su estatus– a conseguir magnesio por la fuerza. La guerra por los recursos elimina a buena parte de la población de Europa. La República invade países e impone protectorados. Con todo, una pregunta flota en el ambiente: ¿es posible escapar de la termodinámica? La entropía nos dice que todo sistema acaba desgastándose. ¿Fracasará la estrategia de Ros? Palermo, entre tanto, huye a un pequeño país en las montañas –Turiel omite los topónimos hasta el desenlace de la obra, buscando así que el lector se libere de prejuicios y se crea la historia–, en donde encuentra otra fuente de energía. ¿Qué hará con ella? ¿La divulgará? ¿Está la humanidad preparada para usarla correctamente? En La esfera, el escritor Michael Crichton desconfía de los humanos y les arrebata el poder que les confiere una esfera alienígena sumergida en el Pacífico. ¿Qué piensa de nosotros Turiel?

Nouvelle de tesis, Un futuro sin más no sólo alerta del previsible estrago que la crisis energética causará en Occidente, sino que da la medicina para que combatamos los síntomas que padecemos ya: la educación. Al contrario que el ministro Wert –que no ceja en su empeño de despedir docentes, de eliminar del currículum los estudios de Humanidades o de impedir el acceso a la universidad a miles de alumnos–,  nuestro científico Antonio Turiel, por boca de Palermo, pone el descanso de la salvación humana en los estudios de sostenibilidad (un saber vivir dentro de los límites del planeta) y de equilibro natural, compaginados con aquellos otros que dotan a las mujeres y a los hombres de “equilibrio emocional y espiritual”, ¿adivinan cuáles?: la Filosofía, la Historia, la Música, la Pintura o la Literatura.

Esta novela corta, amena (pese a su contenido), bien escrita y estructurada, cumple con creces su misión de baliza. De nosotros depende ahora si seguimos nadando o nos damos la vuelta para recapacitar.


1 comentario:

  1. Está claro que hay que decrecer económica y productivamente, máxime cuando ello no implica vivir peor, sino mejor si se hace bien.

    Junto a ello, la natalidad debe restringirse a nivel mundial a un máximo de dos hijos por pareja. De otro modo no es probable que la humanidad sobreviva. Es una cuestión de responsabilidad y actualmente disponemos de medios anticonceptivos. Es una gran irresponsabilidad que algunas parejas tengan más de dos hijos, cuando parece claro que no podemos colonizar en breve otros planetas. Y la Tierra es un astro pequeño y tiene la capacidad generadora que tiene. No más.

    Tenemos los medios y las recetas, sólo hay que ponerlos en práctica.

    Saludos desde Granada (España).

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