La novela
negra es un género
caleidoscópico, rico en matices. A veces las obras se escriben desde el punto
de vista de los agentes encargados de la investigación de un crimen (El
alquimista impaciente, de Lorenzo Silva; El eco negro, de Michael Connelly ); en otras ocasiones, sin
embargo, se adopta una perspectiva múltiple que engloba la actividad policial y
la delictiva (Última oportunidad, de Harlam Coben; A sangre fría, de Truman Capote); rara vez, la reconstrucción
del caso tiene un estructura polifónica, donde cada miembro de la comunidad
aporta un dato para la comprensión y el esclarecimiento de lo sucedido (La
edad de la ira,
Fernando J. López);
y en otros muchos libros, la lente se coloca sobre el gánster y recorre con él los bajos
fondos de una gran ciudad. Mátalos suavemente pertenece a este grupo. Pero la
novela de Higgins,
contra todo pronostico, no descansa sobre la acción. Por supuesto que hay
violencia, traiciones y asesinatos, pero el ritmo de la obra recae en las
conversaciones. Cada capítulo se abre con un diálogo ágil, intenso,
aparentemente anodino, gracias al cual los lectores se adentran en la vida doméstica,
privada, de los personajes; y así, descubrimos que los pistoleros de las bandas
criminales padecen las mismas miserias que los demás mortales: temen que sus
mujeres les abandonen, lamentan el distanciamiento de sus hijos, les preocupa
su propio estado de forma, se quejan del encarecimiento de la vida, o sienten
celos. El narrador apenas aparece, delega su responsabilidad enunciativa en los
atracadores y sicarios que protagonizan el texto. Por ellos, a través de sus
intervenciones, descubrimos la trama de la historia. Amato, tras siete años en
prisión, se gana la vida honradamente al mando de una autoescuela. No obstante,
planifica un golpe (el asalto a una partida ilegal de cartas) con dos ex
presidiarios: Frankie (antiguo socio suyo, a quien todavía no le ha salido
nada para
subsistir) y Russell (veterano de guerra). El éxito del atraco pone en marcha
una investigación mafiosa a cuyo frente está Jackie Cogan, matón a sueldo
encargado de la restitución del orden criminal. Novela de pulso frenético, de
personajes creíbles, muy cinematográfica, Mátalos suavemente encantará a los devotos del género,
así como a los seguidores de Quentin Tarantino.
Leyendo la crítica del libro, me ha despertado el interés. Siempre he pensando que se ha escrito poco, desde el otro lado, es decir, desde el lado de los "malos". Un ejemplo claro. Cuando destruyen la "Estrella de la Muerte" en StarWars,acaso no hay miles de trabajadores y miembros del Imperio que tienen familia e hijos, ¿Nadie escribe su historia? ¿Su punto de vista?
ResponderEliminarUn saludo
Nota: He añadido tu página a los enlaces de la mía (http://poesiaenminuscula.blogspot.com/), espero que no te importe.
Gracias por el comentario, David. Y también por el enlace. Voy a meterme ahora en tu blog.
ResponderEliminarUn saludo.
A.