Antología. Juana Inés de la Cruz

martes, 8 de mayo de 2012

Cenital


 “La verdad es que se avecina una crisis. Japón está en manos de hombres de negocios codiciosos y de políticos débiles. Con gente así, es normal que cada día haya más miseria. La única solución es que nosotros, los jóvenes, hagamos algo. No creas que soy un agitador de masas. A mí sólo me interesa el arte… La función de Okada-Shingen es abriles los ojos a jóvenes como tú y crear obras de verdadero valor para estos tiempos difíciles que corren” (Un artista del mundo flotante. 1986). Kazuo Ishiguro sitúa este monólogo del pintor Matsuda en 1949. Otro creador, Ono, sostiene la tesis contraria: “El mayor interés del artista es plasmar la belleza que pueda tener ante sí”. Ambas opciones existen desde tiempos remotos. Emilio Bueso, con su demoledora Cenital, opta por la primera. 

Frente a las obras utópicas de la Antigüedad (La República, de Platón) y del Renacimiento (Utopía, Tomás Moro), desde comienzos del siglo pasado han cobrado fuerza las narraciones distópicas, es decir, aquellas que vaticinan un futuro siniestro para la raza humana. Muchas de ellas dibujan un escenario totalitario que inhibe las emociones, censura las artes y ata el libre albedrío (Un mundo feliz, Huxley; 1984, Orwell; Fahrenheit 451, Bradbury; Kollocaína, Boye; El cuento de la criada, Atwood); otras especulan sobre el aumento de la violencia individual (La naranja mecánica, Burgess) y de la ejercida por el estado (Perseguido, King; o la trilogía de Los Juegos del hambre, Collins); en algunas, se sublevan las máquinas (2001. Una odisea en el espacio, C. Clarke; ¿Sueñas los androides con ovejas eléctricas?, K. Dick); y en las menos, se augura una involución que devuelve a los hombres al mundo preindustrial de la Edad Media (Dudo errante, Hoban). Cenital pertenece a este grupo.  
 
Con cada una de sus novelas, Emilio Bueso ha cruzado un umbral distinto: el del terror en Noche cerrada (2007), el gótico en Diástole (2011) y ahora ha atravesado el de la distopía o novela de anticipación. No parece que haya género que se le resista. Tres disparos, y otras tantas dianas en el corazón de sus lectores. Disfruta con sus libros. Y se nota.





Cenital es su obra más compleja. La más arriesgada. Bueso teoriza sobre el derrumbamiento de la sociedad por el impacto de la crisis económica y del agotamiento de los recursos energéticos. La caída del imperio capitalista, obliga a los pocos supervivientes a una regresión, a un desandar lo andado, a una vuelta al origen. Los personajes que pueblan Cenital (la ecoaldea en la que se han agrupado, en el límite de Castellón) trabajan codo con codo para sobrevivir en su comuna autosuficiente. Viven en el año 2014. A dos de los recortes que padecemos, del darwinismo social que nos estratifica, del golpe que supone la subida de impuestos y el encarecimiento del transporte, de la privatización de Repsol YPF en Argentina, del aumento del paro, de la nueva reforma laboral… Y esa pequeña distancia cronológica, de pronto, nos angustia.

La estructura del libro trata de armonizar la historia civil con la hipótesis de Bueso, que no deja de ser una ficción que a la vez que colma nuestras ansias de entretenimiento, advierte de los riesgos de economía neoliberal. La obra, pues, hila dos tipos de discursos que se van alternando: ensayo y narración.

Ensayo. Cenital combina la creación de un mundo narrativo, literario, con el comentario y la reflexión sobre los acontecimientos reales que afectan a los individuos con independencia de su nacionalidad. Todas estas ideas, a su vez, se dividen en dos grupos. Por un lado, tenemos las citas textuales que Emilio Bueso toma prestadas de algunos de los ecologistas más importantes (Guy McPherson, James Howard Kunstler…) o de obras emblemáticas de la ciencia-ficción (Mad Max, 1984..). Es decir, en la novela encontramos ecos de trabajos anteriores, con los que contrae una deuda ideológica. Y por otro, se encuentran los post que Destral, el protagonista del libro, publica en su bitácora. Este personaje, pues, es lo suficientemente crítico como para no admitir los cambios en el parámetro moral que hacen que su conciudadanos soporten, en nombre de la crisis, la pérdida constante de sus derechos. Con su blog arenga contra las políticas neoliberales y trata de romper la ilusión de normalidad que ciega al resto de la gente. Lo hace con urgencia. Hemos tocado techo. Sobrepasamos el límite. No hay tiempo para el cambio. Vamos en un tren sin frenos hacia la pesadilla. Su objetivo es el reclutamiento: “Escríbeme. Sal de ahí. Deja tu empleo. Deja de comprar basura. Vende tu casa. Vende tu coche. Huyamos. Juntos podríamos llegar muy lejos. Podríamos sobrevivir” (p. 35).



Narración. De nuevo, se abren dos caminos. Por una parte, Bueso relata el paso del rito, el cambio o la transformación a la que se vieron obligados los habitantes de Cenital. Atrás dejan su identidad y oficio (soldado, sacerdote, temporero, becario…). Cada uno de ellos se reinventa, pone a 0 su cuentakilómetros y colabora en un proyecto común: la supervivencia. Y por otra parte, narra las aventuras y peligros que corren los miembros de esta comunidad tras el hundimiento energético y hasta el 2014. El estilo literario se torna brusco, descuidado, como la vida improvisada que llevan los cien aldeanos de la ecoaldea. Cuando el hambre, la violencia y las inclemencias del tiempo te miran a los ojos no hay lugar para las florituras de lenguaje.

Trepidante, de alto voltaje ideológico, cruenta y visionaria, Cenital atrapa al lector desde la primera línea, y levanta un monumento a la cruzada en contra del capitalismo salvaje y despiadado.

Aterradora.

Imprescindible.

4 comentarios:

  1. Lo realmente crítico es que podría no ser completamente distópica...

    Y lo que aún me pregunto es que hace esa imagen del satélite SMOS (que sirve para medir la salinidad del mar y la humedad de suelo) en medio ;)

    Salu2.

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  2. Qué control de satélites... Pues se trata del satélite geoestacionario con el que Destreal otea el mundo en los primeros capítulos ;) Y además, es una metáfora del sobrepaso de los límites físicos (hablo de la degradación de la biosfera) al que hemos llegado.

    Bienvenido.

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