Ayer, día de la poesía, se hizo público
el fallo del XXXIII Premio de Poesía Hiperión. He tenido el honor de ser
miembro del jurado, junto a Jesús Munárriz, Paco Castaño, Luis García
Montero y Benjamín Prado. Decidimos, por mayoría, conceder el galardón al
libro El desgarro, del poeta malagueño Jorge Villalobos. Enhorabuena al ganador.
Antología. Juana Inés de la Cruz
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jueves, 22 de marzo de 2018
miércoles, 14 de marzo de 2018
IES Rosa Chacel
El pasado jueves 1 de marzo tuve el honor de dar una conferencia a los estudiantes de bachillerato del IES Rosa Chacel, en Colmenar Viejo. Mi participación se incardinó dentro del programa de animación a la lectura Por qué leer a los clásicos, fomentado por la Secretaría de Estado de Cultura. Durante una hora, expuse a los estudiantes de bachillerato y bachillerato internacional cuáles fueron las principales estéticas y revistas de la poesía española de posguerra, de 1939 a 1975. Además, leímos algunos textos de una pequeña antología que preparé para la ocasión.
Buena parte del material que utilicé lo saqué de mi libro Antología de la poesía española. 1939-1975, publicado por ediciones Akal en 2006. Haciendo, no obstante, mayor hincapié en la presencia de autoras (Ángela Figuera Aymerich, Angelina Gatell, Francisca Aguirre o Clara Janés), e introduciendo bastantes anécdotas.
Una semana más tarde, El Día de la Mujer Trabajadora, me llegó esta bonita fotografía de la mesa de libros recomendados por la biblioteca del centro, donde aperecen dos de mis poemarios (Napalm, Hiperión. 2001. "Premio Hiperión"; y Las noches de Ugglebo, Diputación de Granada. 2016. "Premio El Príncipe Preguntón") junto a grandes escritoras a las que tanto admiro: Carmen Martín Gaite, Emilia Pardo Bazán, Carmen Laforet, Ana María Matute, Rosalía de Castro, Rosa Chacel e Isabel Allende, entre otras.
No puedo estar más agradecida por la invitación -a dar la conferencia- y por el cariño recibido -estampado en la foto-.
martes, 13 de marzo de 2018
Sueño mío contigo
Javier Lostalé |
La Facultad de Educación de la
Universidad de Castilla La Mancha celebró los días 7 y 8 de marzo, en
Albacete, el "Primer Encuentro del Lenguaje: Cratilo". Estas jornadas
las dirigieron Francisco Linares Valcárcel y Andrés García Cerdán, quien
me pidió un texto para el homenaje que se le iba a realizar al poeta y
perodista Javier Lostalé.
En
la publicación celebratoria participamos -además de Andrés y yo-: Matías M.
Clemente, Rubén Martín Díaz, Javier Lorenzo, María Ángelez Pérez López y
Arturo Tendero.
Os dejó aquí el enlace.
sábado, 10 de marzo de 2018
Mapa de una ausencia
Mapa
de una ausencia, de Andrea
Bajani. Trad. Carlos Gumper. Siruela, Madrid, 2017. 176 páginas, 16.95 euros.
Hace
una década, el escritor italiano Andrea Bajani (1975) publicó en su país Se
consideri le colpe. Se trataba de
su segunda novela, y con ella cosechó varios premios: Súper Mondello, Recanati
y Brancati. Él mismo relata en una reciente entrevista concedida a El
Cultural que aquel libro le
cambió la vida: “Y no sólo por el éxito y los premios que ha obtenido, sino por
una razón más significativa: fue en estas páginas donde encontré por primera
vez mi propio estilo, es decir, la forma con la que quiero cruzar el mundo a
través de las palabras. Íntima y política al mismo tiempo, con lirismo y
ternura, cinismo e ironía, todo a la vez, y no puede ser de otra manera.” La
obra ha sido publicada por Siruela con el espléndido título Mapa de una
ausencia. Con una prosa clara y
en apenas 170 páginas, Bajani nos cuenta la historia de una búsqueda, despliega
por el suelo varias piezas para que su protagonista reconstruya el puzzle de su
madre. Al igual que en Eres como eres, la última novela de Melania Mazzucco, la obra comienza in medias
res con la muerte inesperada de
un progenitor. Por medio del flash back, se irá dando a conocer a los lectores episodios que evoquen el
carácter y el pasado de la persona ausente. Bajani, emplea, no obstante,
técnicas distintas a las utilizadas por su compatriota. Para empezar, recurre
al narrador en primera persona, una voz que apela de continuo a la finada,
estableciendo un diálogo con la mujer añorada, la que protagoniza sus
recuerdos, con el fantasma de la madre que tuvo y desapareció. Esta elección es
intensamente emotiva, por lo que tiene de conversación a destiempo, abocada al
fracaso. No hay nostalgia en la interlocución, ni tan siquiera quejas o
reproches. Sino simple constatación de que los viejos puentes entre la madre y
el hijo se han volatilizado.
El libro comienza con el aterrizaje del avión que
lleva a Lorenzo desde Italia a Rumania, para asistir al entierro de su madre. En
apenas unos días, gracias al trato obligado con los amigos y conocidos de ella
(el socio, el chófer y otros empleados de la empresa para la que trabajaba),
completa el dibujo inacabado, la mitad invisible, de una progenitora fugitiva.
El resto de la imagen la lleva dentro de él, y en su conversación frustrada,
nos la pinta. Así, convergen en el libro varios tonos (el ligero y el grave)
junto a varias miradas (la infantil y la adulta). Estos contrapuntos ayudan a
destensar la obra, a amabilizar la narración de una experiencia traumática, a
rebajar los grados de tragedia por la muerte de un ser –en realidad–
completamente desconocido. A este fin contribuyen también las escenas absurdas
que jalonan el relato (los móviles sonando junto al féretro, la posado al lado
del palacio de Ceaucescu con las manos llenas de cabezales de ducha). No
dramaticemos. No es tan grave la cosa. Aquí no ha pasado nada (en lo político, en lo personal), parece que nos
diga Bajani con su aguda ironía. Estas boutades, por otro lado, me recuerdan a las de Luces de bohemia.
La entrañable relación de la madre con su hijo
pequeño, mientras teje una relación erótica con su socio a espaldas del marido,
guarda relación con Incendios,
de Richard Ford, otra formidable novela sobre el abandono materno, contada
–también– por un narrador testigo. Ambas nos plantean preguntas difíciles, para
las que –seguramente– no existe una única respuesta: ¿es legítimo que una mujer
destruya su familia por un sueño (sexo-laboral)?, ¿qué debe priorizarse: la
felicidad personal o la de un hijo?, ¿es ético engrendrar una vida para luego
desentenderse de ella?, ¿puede llamarse madre a una mujer que ni acompaña, ni cuida, ni protege,
ni alienta a su retoño a lo largo de su camino?
Estupenda novela, de capítulos breves muy bien
cerrados, a modo de poemas. Quien la lee, pide más.
Esta reseña fue publicada por Oculta Lit el 2 de marzo de 2018.
viernes, 2 de marzo de 2018
Tu sangre en mis venas. Poemas al padre
Tu
sangre en mis venas. Poemas al
padre. Edición de Enrique
García-Máiquez. Renacimiento, Sevilla, 2017. 277 pp. 12 €
Enrique
García-Máiquez firma una antología en Renacimiento que compila poemas dedicados
a la figura del padre. Explica el escritor, en el prólogo, que se ha
circunscrito a la producción lírica española e hispanoamericana contemporáneas.
Leyendo el índice, una se pregunta si otro criterio de la selección no habrá
sido que sólo tenga voz el sexo masculino, como si la figura del padre fuese
monopolio de los hijos varones, un coto vedado a la injerencia de las mujeres.
No en vano, frente a la torre de los 84 poetas varones que expresan su punto de
vista sobre el tema del padre, nos encontramos con la banqueta de las –escasas–
6 autoras femeninas. Como resultado, el discurso familiar, la representación
del progenitor, queda en manos
de los de siempre: los hombres. Y el modelo que dibujan entre otros se justa a
los roles patriarcales y a los esterotipos tradicionales. Estos hijos nos
hablan de padres “de alma fuerte, sobria y senequista” (Duque-Amusco), de
carácter seguro, orgulloso, seco, severo y a menudo violento; no faltan las
escenas de caza, de pesca, en bares y burdeles. Por supuesto, han sido educados
para la incomunicaión afectiva, para la represión de sentimientos, y esa
distancia, a veces, está simbolizada por el despacho o el estudio donde
acometen empresas de mayor calado que el disfrute de sus hijos. Me pregunto qué
imagen habría exportado de sus padres la mitad ignorada. Porque, obviamente, no
todos los varones del siglo pasado, nuestros padres y abuelos, fueron cortados
con la medida del tópico. ¿Habrían hablado las hijas de esos otros modelos
alternativos a la ideología dominante?
Vamos a poner un ejemplo paradigmático. Paca
Aguirre, en su poemario Los trescientos escalones (1976), nos evoca el apego de un padre hacia su hija –del estrecho vínculo
amoroso que comparten– en una escena donde él, pincel en mano, esboza el
retrato de la pequeña en un hotel de París, ya en el exilio. La mujer que
dialogada con su padre treinta años después del episodio descrito, aún mantiene
viva la calidez del trato, la complicidad que los unió en la lejana infancia:
Papá
me dice que levante la cara un poco más,
dos
o tres pinceladas y termina el retrato […]
Papá,
perdimos tantas cosas […]
Y
para eso pasaste días enteros
pintando
una escalera interminable,
una
hermosa escalera rodeada de árboles y árboles,
llena
de luz y amor,
una
escalera para mí,
una
escalera para que pudiese subir,
vivir
Este
otro modelo de padre –cercano, accesible, cariñoso–, además, pretende la
autonomía de su hija, la quiere libre, autónoma.
Pongamos
un segundo ejemplo: Miriam Reyes abre Espejo negro (2001) con un durísimo poema dedicado a un padre
hundido, desorientado, vulnerable, que sueña con su tierra y con la juventud
perdida:
Luego
despierta en un piso alquilado a la ciudad de los huracanes de la miseria
y
blasfema y maldice y no tiene amigos.
Escondido
en la noche
papá
llora por las certezas que lo defraudaron.
¿Cuántas
otras poetas habrán elaborado, en las últimas décadas, un arquetipo distinto al
patriarcal? ¿Cuántas lo habrán criticado?
No obstante los reparos mencionados, Tu sangre
en mis venas recoge algunos
poemas verdaderamente bellos, conmovedores, que se ofrecen a modo de elegía
funeral, o de homenaje al padre que aún pervive. Algunos recogen motivos
manriqueños: la estimación del plazo de la vida, la reflexión sobre la
inexorabilidad de la muerte, o el elogio del fallecido. Otros desarrollan
motivos tradicionales de la elegía fúnebre renacentista y barroca. Lo hay que
guardan relación con Garcilaso: la idea de que la muerte no daña a quien muere
sino a aquellos que le sobreviven, el anhelo de la propia extinción, o el
contraste entre las “memorias llenas de alegría” y el dolor actual (precioso La
tierra se ha quedado negra y sola, del
poeta argentino César Fernández Moreno).
Destaco Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (de Jaime Sabines) e In Memoriam J.B. (de Paco Brines), por el tono grave y sentencioso;
Coral roto (de Vincent Andrés
Estellés), De re rústica (de
Aquilino Duque), Noche de los furtivos (de Andrés Trapiello) y Escribir es sembrar (de Pedro Sevilla), por la belleza de sus imágenes
y el trabajo con el léxico; Frente a la estatua del poeta Leopoldo Panero (de Juan Luis Panero), por la ironía y la crítica
que condena los excesos de un padre violento, alcohólico y promiscuo; Habla
a su padre (de Miguel d´Ors) y Don
Manuel (de Fernando Ortiz) por el
sincero testimonio de quienes evocan las frustraciones y desencuentros vividos
en casa; Padre (de José Carlos
Llop), por la búsqueda –abocada al fracaso– de un vínculo en la muerte que fue
imposble en vida; Oración por mis padres (de Jesús Aguado), por el himno que celebra el milagro de la
existencia; Sueño con mi padre (de
Amalia Bautista), por el delicado e ingenioso texto dedicado un fantasma; y
sobre todo: Care Pater (de
Mario Míguez), excelente poema dedicado a un padre enfermo, necesitado de
cuidados que asume su hijo, toda una lección moral sobre el sentido de la vida
y de la poesía:
…Hay
que entregarse.
No
es sólo escribir versos ser poeta […]
Que
no basta tener conocimiento,
saber
qué es la bondad o la nobleza,
que
hay que intentar vivirlas, encarnarlas.
Detrás
suena, claro, la Epístola moral a Fabio, del capitán Andrés Fernández de Andrada: “Iguala con la vida el
pensamiento”.
Ojalá
la antología vea en el futuro una segunda edición, y que García-Máiquez
equilibre la presencia de mujeres y hombres en sus páginas. Son muchas las
voces fememinas que han quedado fuera, y son cada vez más los autores varones
que se están replanteando su masculinidad. Quizás sea este un buen momento para
una compilación dedicada al padre no se quede en la mera recolección de textos,
sino que sirva de reflexión a la sociedad sobre la confrontación de modelos, y
sobre la progresiva evolución de un concepto que necesitamos –pensemos en la
violencia machista– moderno y democrático.
Esta reseña ha sido publicada por la revista Oculta Lit. Original, aquí.