Antología. Juana Inés de la Cruz

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Madres



Os dejo un interesante artículo sobre la maternidad firmado por una colaboradora de El País en respuesta a la hiriente reflexión de una mujer soltera sobre dicho asunto. Es muy bueno, la verdad.

Lo tenéis aquí.

Y de paso, para apoyar sus argumentaciones, enumero algunos de los libros que me he leído desde que mi mujer y yo somos madres, hace diez semanas:

La tía Tula, Miguel de Unamuno.
La camisa, Lauro Olmo.
Poesía, Jacinto Polo de Medina.
Antipoemas, Nicanor Parra.
Desfrío, Esther Ramón.
Que concierne, Julieta Valero.
La universidad blanca, Ismael Belda.
Subsuelo, Marcelo Luján.
El ejército de piedra, Luis Manuel Ruiz.
Padres, hijos y primates, Jon Bilbao.
El talismán del Adriático, Joan Manuel Gisbert.
Respuesta a sor Filotea de la Cruz, sor Juana Inés de la Cruz.
El viento y la hoja, Abbas Kiarostami.
Bajo el influjo del cometa, Jon Bilbao.
Los valientes, Roberto de Paz.

De algunos de estos libros he escrito reseñas, publicadas en este blog o en Culturamas. Y algunas de estas lecturas las he realizado compaginando la maternidad con mi trabajo docente en un IES público de Madrid.



miércoles, 23 de septiembre de 2015

Una hipótesis plausible de María de Zayas



 
   La narradora madrileña María de Zayas publicó, además del volumen Novelas amorosas y ejemplares (Zaragoza, 1637), una nueva colección de relatos: Parte segunda del Sarao y entretenimiento honesto (Zaragoza, 1647), más conocida como Desengaños amorosos. En el “Desengaño cuarto” pone en boca de su protagonista, Filis, la reclamación de que los hombres hayan excluído a las mujeres de las letras por temor a su competencia, seguida del reproche de su excesivo afeminamiento por negárseles el uso de las armas.  

   Demás de esto, como los hombres, con el imperio que naturaleza les otorgó en serlo, temerosos quizá de que las mujeres no se les quiten, pues no hay duda que si no se dieran tanto a la compostura, afeminándose más que naturaleza las afeminó, y como en lugar de aplicarse a jugar las armas y a estudiar las ciencias, estudian en criar el cabello y matizar el rostro, ya pudiera ser que pasaran en todo a los hombres. Luego el culparlas de fáciles y de poco valor y menos provecho es porque no se les alcen con la potestad. Y así, en empezando a tener discurso las niñas, pónenlas a labrar y hacer vainillas, y si las enseñan a leer, es por milagro, que hay padre que tiene por caso de menos valer que sepan leer y escribir sus hijas, dando por causa que de saberlo son malas, como si no hubiera muchas más que no lo saben y lo son, y ésta es natural envidia y temor que tienen de los que han de pasar en todo. Bueno fuera que si una mujer ciñera espada, sufriera que la agraviara un hombre en ninguna ocasión; harta gracia fuera que si una mujer profesara las letras, no se opusiera con los hombres tanto a las dudas como a los puestos; según esto, temor es el abatirlas y obligarlas a que ejerzan las cosas caseras [...]
                                                             
   Y no será justo olvidar a la señora doña Isabel de Ribadeneira, dama de mi señora la condesa de Gálvez, tan excelente y única en hacer versos, que de justicia merece el aplauso entre las pasadas y presentes, pues escribe con tanto acierto, que arrebata, no sólo a las mujeres, mas a los hombres, el laurel de la frente; y otras muchas que no nombro por no ser prolija [...]
                                                         
   De manera que no voy fuera de camino en que los hombres de temor y envidia las privan de las letras y las armas […] ¡Ah, damas hermosas, qué os pudiera decir, si supiera que como soy oída no había de ser murmurada! ¡Ea, dejemos las galas, rosas y rizos, y volvamos por nosotras: unas, con el entendimiento, y otras, con las armas!


domingo, 13 de septiembre de 2015

En Página 2



En diciembre de 2009, el programa Página 2 (TVE) me hizo una entrevista junto a los poetas Francisco José Martínez Morán y Juan Marqués. Tuvo lugar en la emblemática Residencia de Estudiantes, a la que me siento muy unida. Allí escribí casi todo Apátrida (Hiperión, 2005). Dura unos 12 minutos. Os la dejo aquí. Hablamos de poesía, de editoriales y de nuestra generación. Me emociona verla ahora, seis años después de su primera emisión. La vida nos ha cambiado muchísimo a los tres (sumamos cinco hijos), pero seguimos en la brecha publicando libros, y lo más importante: disfrutando de lo que hacemos y de nuestra compañía. 


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Padres, hijos y primates


Padres, hijos y primates. Jon Bilbao. Salto de Página. 176 páginas. 2011. 15´95 euros.


Cancún, gracias a las agencias de viaje y a sus sugestivas fotos de playas de agua cristalina y lujosos resorts con vistas al océano, se ha convertido en nuestro imaginario en el destino ideal para lunas de miel. Su nombre es sinónimo de lujo, de confort. De Paraíso de arena dorada, cocos, toboganes de agua con forma de pirámide azteca, cielos despejados y piscinas con barra libre. Imposible no ser feliz en semejante estampa caribeña, no sentir el hedonismo de los dioses, no creer que vives en la mítica Edad de Oro rodeado de mujeres y hombres tan puros e inmortales como tú. Pero, ¿qué pasaría si una serie de imprevistos amenazasen con reducir a esquirlas tu mundo de cristal? Jon Bilbao, en su novela Padres, hijos y primates (Salto de Página, 2011) indaga en las probables reacciones que experimentaría cualquiera de nosotros zarandeado por una oleada de infortunios en medio del Edén. El novelista asturiano despliega sobre el mapa de su obra la maquinaria bélica de ataque y destrucción de la tranquilidad: un simio, un suegro, un huracán, un éxodo, un encuentro fortuito con el hombre que te apartó de tu futuro en plena juventud. Con estos ingredientes, Bilbao analiza los cambios que se operan –o pueden operarse– en la personalidad humana. En principio, hay personas poco fiables, mentirosas y dehonestas con las que no es posible convivir. Y en oposición, las hay flexibles y de trato amable; son aquellas que allanan el camino de la vida, cuya presencia relaja y reconforta. Bilbao enfrenta en su obra a dos personajes pertenecientes a estas categorías: un viejo profesor de matemáticas y un antiguo alumno –un ingeniero al frente de una modesta empresa de aires acondicionados–, que pasan en Cancún sus vacaciones. El escritor se pregunta en su obra si sus rasgos de personalidad son inamovibles o pueden alterarse sometidos a cierta presión. La respuesta que ofrece a los lectores los mantendrá atornillados al libro hasta el desenlace. Padres, hijos y primates se caracteriza por un estilo sobrio, lacónico, pero eficaz y práctico. Lo relevante de la obra no descansa en la riqueza estética ni en el ideario ideológico; sino en la tensión psicológica, así como en el montaje de la novela, muy cinematográfico. Parece mentira que una obra tan buena como esta no se haya llevado todavía a la pantalla grande. El libro de Jon Bilbao es un escalofriante relato sobre la naturaleza humana, sus instintos y pasiones, sus monstruos y el deseo de exorcizarlos; materia suficiente como para que, interpretada por buenos actores, resultase una película magistral a propósito del poder y de la venganza.