lunes, 29 de julio de 2013

Gestos


 Foto de Samuel Sánchez


   Antonio Crespo Massieu:  

 
  Hablemos de cosas pequeñas; es decir de cosas importantes. Por ejemplo los gestos. Ese instante detenido en el tiempo, fugaz como todos pero que permanece en la memoria. Lo que el cuerpo hace o dice en un momento concreto, algo físico, material; siempre un hacer. Algunos gestos perduran. No los olvidamos. Y no me refiero necesariamente a la imagen. No hablo de ese pueril exhibicionismo ante la cámara propio de la era digital. El gesto lo puede registrar una cámara, y en el siglo XX, siglo de la fotografía, es lo más frecuente, o quedar fijado en las palabras de otros, en la escritura. Pero el gesto que ahora me importa es aquel en el que algo importante se afirma. El gesto vendría a ser ese “instante decisivo” que Cartier-Bresson buscaba capturar con sus fotografías. El instante de la dignidad. El momento en que un hombre, una mujer, se dicen con sólo un gesto. Y hablo de los gestos sencillos, los que parecen fáciles, que están al alcance de cualquiera pero que no se realizan. Hace falta tomar la decisión, arriesgar el cuerpo. No el gesto grandilocuente, condenado de antemano por ser artificioso, premeditado. Este otro no calcula, no pretende pasar a la historia o ni siquiera ser recordado; se hace de la manera más natural y al hacerse, al dibujarse en el espacio, se fija en el tiempo y es capaz de lo que no pretendía: condensar un estado de ánimo colectivo, alimentar la esperanza de muchos. Se arriesga en el gesto.

  Digamos algunos recientes. Por ejemplo un muchacho obtiene la nota máxima en Selectividad en la Comunidad de Madrid, un 9,95 de media, estudia en un Instituto, el IES Juan de la Cierva, y lo primero que hace es enfundarse una camiseta verde con el lema Escuela pública para tod@s e improvisar con sus compañeros y compañeras el escenario de su fiesta: una pancarta verde con el mismo lema sobre un tablón de anuncios, unos globos verdes, y muchos de sus amigas y amigos con camisetas, también, claro está, verdes. La sonrisa de Anatolio Alonso, así se llama el estudiante, la mano derecha sujetando un ramo de flores y la izquierda señalando la pancarta, vaqueros y camiseta verde, piercing en una oreja, queda fijada en una fotografía. Esta foto, este gesto, dice mucho. Es una multitudinaria marea verde, una rebelión alegre y desafiante, una terca resistencia, un reconocerse en el espacio de lo común, lo compartido, lo no negociable. Cuando uno recorría las grandes manifestaciones de la marea verde o la marea blanca en Madrid o las convocadas por el 15 M era eso lo que se sentía. Un orgullo de barrio, instituto o escuela, hospital o centro de salud. Leer las pancartas con los nombres de los lugares de trabajo que se iban sucediendo era reconocerse en esa historia, la nuestra, y descubrir todo el trabajo común, los años de esfuerzo colectivo, que allí estaban. Se afirmaban esas pequeñas identidades o, por utilizar palabras de Paul Ricoeur, esos “lugares de reconocimiento” que nos configuran [...]

                                             
Foto de Álvaro García

  ¿Esto no es política? Afirmar la dignidad, decir no o sí (pero decirlo en público, ante otros), dar la mano o no darla, festejar o gritar de rabia, ponerse una camiseta y no otra, salir un día (y muchos más) a la calle, ser uno más entre muchos pero ser uno (que es lo difícil y lo que importa)… Es política. Lo es rescatar la ciudadanía, los espacios y tiempos expropiados. Aunque los gestos sean pequeños, incluso pequeñitos. Estos gestos, dicen, no cambiarán el mundo. Que se lo digan a Rosa Parks que el 1 de diciembre de 1955, tal vez sólo por un cansancio infinito o por un no poder resistir más la diaria humillación, se negó a ceder su asiento a una persona de raza blanca en un autobús en Montgomery, Alabama. O a esos jóvenes que, al caer la tarde, al terminar la manifestación, se sentaron en Sol (tal vez, de nuevo, fue sólo cansancio) y luego decidieron no moverse de allí. O los que acamparon en el parque de Gezi en Estambul.

  En todo caso estos gestos alimentan nuestra esperanza. No todo está perdido. Todo puede ser ganado cuando una mujer, un hombre, dice con su cuerpo, con su gesto, la verdad que lleva dentro. La certeza de que otro mundo es posible. Y que está a nuestro alcance. Por eso he querido traer esta pequeña colección de gestos; para no olvidarlos, para que nos acompañen en estos tiempos difíciles. Para sonreír cuando la desesperanza amenace con paralizarnos. Sonreír ante la incredulidad de los poderosos, el temor de los señores, el desconcierto de los privilegiados. Sonreír. Ya sabéis, la sonrisa del fantasma.
                                                                                    
     (Artículo completo en Viento Sur. 2013)

martes, 23 de julio de 2013

La Guerra de Invierno. Reseña en Culturamas


El escritor Francisco José Martínez Morán (autor de los poemarios Variadas posiciones del amante, Tras la puerta tapiada -Premio Hiperión- y Obligación; así como de los volúmenes narrativos Peligro de vida y Crónica digital de Carlos Grande) publica en Culturamas la reseña de mi nuevo poemario: La Guerra de Invierno.

lunes, 22 de julio de 2013

Un futuro sin más


 
Antonio Turiel es científico del CSIC. Desde hace unos años, además, mantiene un blog (The oil crash) con que pretende concienciar a la ciudadanía de la necesidad de cambiar de modelo económico. De lo contrario, nos vamos al abismo. El crecimiento ilimitado es imposible, porque los recursos del planeta no lo son y se están agotando. La crisis energética, debido a la superación del pico de extracción de petróleo y al fin de la era del zumo de dinosaurio (Emilio Bueso, dixit) abundante y barato, nos obliga a un replanteamiento colectivo de nuestro modo de vida actual. No hay energía para todos. Así de simple. Para que una parte de la sociedad mantenga su ritmo de consumo se necesita que buena parte de la gente renuncia a él. Ya sabéis porqué tenemos seis millones de parados. Y si no hacemos algo, ese número se multiplicará. En un nuevo intento de alertar a sus contemporáneos, Antonio Turiel ha introducido una nueva estrategia, y ahora suma a su exitoso cuaderno de bitácora la literatura distópica.

Un futuro sin más (Amazon, 2013) se suma a otras novelas de anticipación publicadas en el último año (Cenital, de Emilio Bueso; 2020, de Javier Moreno; Últimos días en el puesto del Este, de Cristina Fallarás...). La diferencia estriba en el vaticinio histórico por el que se decanta Turiel y en la importancia argumental que tiene la ciencia. Si Emilio Bueso nutre a Cenital de citas extraídas de libros o de ensayos de divulgación de la crisis energética, Turiel incorpora al suyo a un elenco de científicos cuya misión –en principio– consiste en preservar su propia vida, aunque después tendrán en sus manos el destino de Europa.

Jan Palermo es un profesor universitario que dirige un centro de investigación ambiental. Perseguido en su país –acusado de enriquecerse a costa del cambio climático y de conspirar contra la ciudadanía ocultando la existencia de fuentes de energía infinita–, decide refugiarse en la República, a donde arrastra consigo a un estudiante de doctorado: David Ros. Atrás dejan una nación desindustrializada, oscura, inactiva e inmersa en una dictadura. Pero la crisis energética ya ha hecho estragos también en el estado vecino, que resuelve ejecutarlos. En su alegato de defensa, Palermo pide disculpas a los ciudadanos en nombre de la comunidad investigadora por “dejarles creer que la ciencia no tenía límites”. No le vale de nada. Tan sólo un pacto con el Fiscal General para buscar una fuente de energía salvará su cabeza. Lo que le ofrece, sin embargo, no es una solución a largo plazo, puesto que no es posible; sino a corto. Gracias al magnesio, proveerá a la capital de energía por un plazo de veinte años. David Ros asumirá el control de las instalaciones y plantas de explotación, mientras Palermo quedará relegado a funciones de asesoría técnica. Las presiones del gobierno para que la industria recupere su lejano esplendor agotan el suministro energético antes de lo previsto, lo que obliga a David –que no quiere perder su estatus– a conseguir magnesio por la fuerza. La guerra por los recursos elimina a buena parte de la población de Europa. La República invade países e impone protectorados. Con todo, una pregunta flota en el ambiente: ¿es posible escapar de la termodinámica? La entropía nos dice que todo sistema acaba desgastándose. ¿Fracasará la estrategia de Ros? Palermo, entre tanto, huye a un pequeño país en las montañas –Turiel omite los topónimos hasta el desenlace de la obra, buscando así que el lector se libere de prejuicios y se crea la historia–, en donde encuentra otra fuente de energía. ¿Qué hará con ella? ¿La divulgará? ¿Está la humanidad preparada para usarla correctamente? En La esfera, el escritor Michael Crichton desconfía de los humanos y les arrebata el poder que les confiere una esfera alienígena sumergida en el Pacífico. ¿Qué piensa de nosotros Turiel?

Nouvelle de tesis, Un futuro sin más no sólo alerta del previsible estrago que la crisis energética causará en Occidente, sino que da la medicina para que combatamos los síntomas que padecemos ya: la educación. Al contrario que el ministro Wert –que no ceja en su empeño de despedir docentes, de eliminar del currículum los estudios de Humanidades o de impedir el acceso a la universidad a miles de alumnos–,  nuestro científico Antonio Turiel, por boca de Palermo, pone el descanso de la salvación humana en los estudios de sostenibilidad (un saber vivir dentro de los límites del planeta) y de equilibro natural, compaginados con aquellos otros que dotan a las mujeres y a los hombres de “equilibrio emocional y espiritual”, ¿adivinan cuáles?: la Filosofía, la Historia, la Música, la Pintura o la Literatura.

Esta novela corta, amena (pese a su contenido), bien escrita y estructurada, cumple con creces su misión de baliza. De nosotros depende ahora si seguimos nadando o nos damos la vuelta para recapacitar.


viernes, 19 de julio de 2013

Ministerio de Sanidad fascista



 
 
El Ministerio de Sanidad, liderado por Ana Mato (que de matar esperanzas y sueños de la ciudadanía está demostrando que sabe lo suyo), anuncia que excluye a las parejas de mujeres lesbianas del acceso gratuito a las técnicas de reproducción asistida. Ya en octubre de 2012 se anunciaba esta propuesta. Según los expertos que asesoraron a la ministra, esta exclusión obedece a razones meramente clínicas, no ideológicas. Argumentan que todos estos tratamientos (inseminaciones, ovodonaciones, reproducciones in vitro…) tienen como fin contrarrestar la infertilidad de las parejas. Y claro, las mujeres lesbianas son fértiles. Basta con que mantengan relaciones sexuales con hombres para que se queden embarazadas. Bien. Pues que se aplique este mismo criterio a las parejas heterosexuales, porque uno de los miembros puede no ser fértil, pero el otro sí que lo es. Es decir, que puede hacer el amor con otro hombre o mujer (según la coyuntura) para garantizarse el embarazo. Lo cierto es que ninguna pareja –homosexual o hetero– se avendrá jamás a este procedimiento porque por encima de todo prevale el amor y la lealtad entre dos personas que han elegido libremente compartir sus vidas.

A ver si se entera la ministra de que en democracia todos tenemos el derecho a jugar con las mismas reglas, y de que la sanidad es un servicio de acceso gratuito para cualquier familia. Pero aunque no se entere –con tanto viaje y tanta fiesta seguro que ha perdido la noción de la realidad–, y pese al trato discriminatorio que fomenta e irradia desde un Ministerio Público, las parejas de mujeres lesbianas seguiremos teniendo a nuestros hijos en clínicas y hospitales privados. No nos va a matar la ilusión de la maternidad, ni tampoco las ganas de seguir trabajando –con nuestros hijos– por un mundo más justo.

lunes, 15 de julio de 2013

Funcionarios interinos



   A los profesores interinos se nos ha abierto otro frente –además de los nuevos criterios de baremación en las oposiciones, que relegan la experiencia a un 15% frente al 80% de la nota de examen.

   En la hoja de solicitud de puestos voluntarios para los profesores interinos de cara al curso 2013-2014 han desaparecido las aulas hospitalarias, compensatoria y educación de adultos. Casualmente, el Ministerio de Educación, en su resolución del 18 de abril, convocó ayudas a entidades privadas para que realicen actuaciones dirigidas a alumnos con necesidades especiales. Es decir, se suprimen puestos desempeñados por docentes interinos para que los asuman becarios que no ha superado la oposición. 

   A todo esto, en unos días miles de profesores interinos nos iremos al paro con la duda de si trabajaremos o no el curso que viene, y en caso de hacerlo, bajo qué condiciones.  

   Olvídense de nuestro apellido –interino–, somos funcionarios. Tenemos aprobada la oposición. Acumulamos años de experiencia en el sector educativo. Conocemos el currículum de nuestras especialidades. Tenemos herramientas pedagógicas para inculcar valores, enseñar conocimientos y detectar y solucionar problemas cognitivos y de convivencia en el aula. ¿De verdad creen que somos prescindibles? ¿De verdad alguno piensa que la Escuela Pública gana sustituyéndonos por becarios que se acaban de licenciar?

   Imaginen que piensan abrir un negocio privado. ¿A quién contratan? ¿A profesionales con años de experiencia, amantes de su oficio, para quienes su trabajo no tiene misterios? ¿O a recién titulados con vocación pero sin tablas? No digo con esto que haya cerrar las puertas a quienes deseen incorporarse por primera vez a un sector laboral. No. Lo que digo que el grueso de la plantilla ha de ser cualificada y que sólo un bajo porcentaje debe provenir de fuera –y por supuesto, en nuestro caso, debe superar unos duros procesos selectivos–. Carece de sentido mandar al paro a miles de trabajadores formados por su empresa, que han ocupado puestos de responsabilidad a lo largo de años, y remplazarlos luego por una plantilla voluntariosa pero inexperta.

   ¿Confiarían una operación de corazón a un becario bisoño que jamás ha puesto la teoría en práctica, ni tan siquiera ante un tribunal de oposición? ¿Piensan, acaso, que la educación de sus hijos es menos importante y puede estar en manos de cualquiera?

   Con la excusa de la crisis se está poniendo en peligro la Escuela Pública. Tras el despido de 22.600 profesores –en dos cursos–y la previsible sustitución de otros miles por becarios y miembros de ONGs, se esconde un programa de destrucción. 

   ¿Lo van a permitir?


jueves, 11 de julio de 2013

Reseñas de La Guerra de Invierno y Vivo en lo invisible




Poco a poco empiezan a publicarse los primeros artículos sobre mi nuevo libro de poemas, La Guerra de Invierno (Hiperión, 2013), Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana:


* El Periódico de Aragón. 4 de julio de 2013. "Un paseo por la Finlandia más natural, cruenta y sentimental". Firmado por D. M. B.

* Diario de León. 16 de junio de 2013. Como si nadie en la Tierra estuviera de paso. Firmado por José Enrique Martínez.

*La sombra del ciprés, suplemento cultural de El Norte de Castilla. 6 de julio de 2013. "Lecturas estivales". Firmado por Jorge de Arco.




También ha aparecido ya la primera reseña de Vivo en lo invisible. Nuevos poemas escogidos, de Ray Bradbury (Salto de Página, 2013):

* Sagacómic. 20 de junio de 2013. Firmada por Matt Davies.


viernes, 5 de julio de 2013

31 poemas



Reseña en Culturamas de 31 poemas, del poeta aragonés David Mayor (1972), ex becario de la Residencia de Estudiantes, librero y crítico literario. 

martes, 2 de julio de 2013

Bioko



Planeta acaba de crear un blog de novela negra, con el que tengo la suerte de colaborar. Me estreno con la reseña de un libro realmente bueno: Bioko (Planeta. 2013), cuarta novela de Marc Pastor, criminólogo de la policía científica de los Mossos d´Esquadra. Sus obras anteriores son Montecristo (2007), La mala mujer (2008) y El año de la plaga (2010).